domingo, 3 de abril de 2011

EL REFUGIO DEL POQUEIRA

Mi padre, que se levanta muy temprano, me ha enviado el enlace de un artículo dedicado a este enclave conocido por muchos de nosotros, lo comparto yo también con vosotros que lo vais a valorar:

Compararlos con el abuelo de Heidi no sería del todo exacto. Entre otras cosas porque Sierra Nevada no son los Alpes, Capileira no es Dorfli y, mucho menos, Granada es Fráncfort. Pero uno no puede evitar rememorar la mítica serie de dibujos animados cuando tiene que andar cuatro horas por las escarpadas laderas de Sierra Nevada para conocer a Rafael Quintero y Ansi Moslero. Ellos son los guardas del Refugio de Poqueira, un idílico lugar enclavado en la vertiente alpujarreña de Sierra Nevada, a 2.500 metros de altura y al que solo es posible acceder tras horas de caminata a través de laderas nevadas.
Para la gran mayoría de los granadinos pensar en Sierra Nevada es pensar en su estación de esquí. Pero Sierra Nevada es mucho más. Un viaje al Refugio de Poqueira es un viaje al otro lado, un viaje a la parte más inhóspita de esta montaña pero también un viaje para reencontrar la esencia de la misma. El Refugio de Poqueira se encuentra justo a la misma altura que el área recreativa de la Hoya de la Mora. Para acceder hay que recorrer a pie una distancia similar a la que hay entre el centro de visitantes del Dornajo y el Albergue Universitario. En claro contraste con la vertiente de la estación de esquí, por donde pasan cada año decenas de miles de personas, el Valle de Poqueira es un lugar solitario y duro al igual que bello. El acceso en invierno requiere esfuerzo y estar familiarizado con la alta montaña. Según explican sus guardas, durante el periodo invernal hay semanas en las que no va absolutamente nadie. Un gran San Bernardo, un gato y los zorros que se acercan cada noche son su única compañía. A diferencia de los refugios al estilo vivac como el de la Carihuela o la Caldera, el de Poqueira está guardado. Quiere esto decir que durante los 365 días del año hay al menos un guarda que se encarga de atender a las personas que lleguen y de mantener en perfecto estado las instalaciones.
Tal y como explica Ansi, «los refugios son instalaciones deportivas y están para dar apoyo, lo cual es un término muy amplio porque el apoyo puede ser informativo, de seguridad, de primeros auxilios.».
Y es que además de la ayuda que puedan prestar a las personas que se acerquen por allí, son los guardas los que periódicamente van informando a diferentes instituciones y medios de comunicación tanto de las condiciones meteorológicas de la zona como del estado de las rutas de acceso o de la situación en las cumbres más altas de la península. De hecho, Rafael sube prácticamente todas las semanas a los diferentes picos para poder informar de su estado.
Los 'ojos' del techo
Fruto de sus incursiones son las fotos que se difunden a la Federación Andaluza de Montañismo o sus conexiones con algunos programas de radio especializados en el tema. Junto al personal del parque nacional, ellos son los 'ojos' en el techo de la península, aunque a diferencia de otros profesionales de la zona ellos viven todo el año a 2.500 metros. Tal y como explica Ansi, lo normal es hacer turnos de 20 días, tras los cuales se baja a Capileira para hacer acopio de provisiones y volver al refugio. Aunque la mayor parte del aprovisionamiento se realiza durante la época estival, en invierno es necesario ir reponiendo determinados víveres y materiales, lo que se hace a golpe de mochila y caminata. Las dificultades para abastecer la zona son tales que incluso fabrican su propio pan.
«Cuando llegamos hace 15 años todo era más difícil -comenta Ansi- ya que estábamos solo Rafael y yo. Teníamos que turnarnos para ir al pueblo porque aquí siempre tiene que haber alguien. Ahora tenemos algunas personas que trabajan con nosotros y podemos hacer más cosas».
Aunque pueda pasar desapercibida, la concienciación es otra de las tareas que realizan los guardas del refugio. Durante los últimos años el número de practicantes de senderismo y alpinismo ha ido en aumento y la labor pedagógica de especialistas como Rafael y Ansi es muy importante. «Son deportes que están de moda y no todo el mundo se prepara como es debido. Hay que pensar que esto es la alta montaña y que no puede afrontarse de cualquier modo. Por eso tratamos de enseñar a la gente a planificar sus rutas, los aconsejamos sobre los riesgos, materiales. En el refugio también hay información detallada sobre cursos de iniciación al alpinismo. Asimismo realizamos encuestas sobre la materia para ayudar en los estudios que se hacen al respecto. Tratamos de enseñar que moverse en montaña no es solo comprar unas botas de 300 euros o tener un gps», advierte Ansi.
Ellos son los únicos guardas que ha tenido este refugio. Fueron quienes lo inauguraron en el 96 y su intención es permanecer allí. Y es que a juzgar por sus comentarios, la de guarda es algo más que una profesión, es una forma de vida. «No hay que entender esto como un negocio porque solo da para vivir y nada más. Si estamos aquí es porque la montaña es nuestra vida. Se trata más bien de lo contrario, este trabajo es la excusa para poder vivir haciendo lo que nos gusta y en el sitio que nos gusta. En realidad nos sentimos unos privilegiados», reconoce Rafael.
A pesar de la distancia y el aislamiento, Rafael y Ansi han conseguido hacer de este refugio un lugar acogedor y agradable en el que el tiempo parece haberse detenido.
http://www.ideal.es/granada/v/20110402/deportes/mas-deporte/otro-lado-sierra-20110402.html

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