No fue atleta, ni siquiera la vi con chándal jamás, pero su destreza con las habilidades finas como es el croché la hacía un ejemplo de paciencia, sencillez y humildad.
Mi abuela paterna se fue ayer, con 95 años.
Descanse en paz. Este es un modesto homenaje a alguien que no lo buscó, pero hoy creo lo merece. Una parte de mi historia vital, pero además una parte de la historia, de historias de pobreza, guerra, infancia dura y lágrimas, también sonrisas, las que le provoqué como nieto que quiso borrarle la mueca de tristeza.
Un abrazo.
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